El pasado domingo se celebraron elecciones legislativas en Francia y Grecia y presidenciales en Egipto. Todas ellas presentan aspectos positivos y aspectos negativos. Una cuestión que hemos visto comentada en otros blogs es el hecho de que está surgiendo una consciencia en nuestra sociedad de que las decisiones que se toman en países de nuestro entorno nos afectan también. Esto se refleja en el alcance en nuestros medios de las elecciones en estos lugares.
En Francia nos llama la atención que el sistema de dos vueltas sea aplicado a elecciones legislativas. Esto promueve una polarización de la sociedad innecesaria, sobre todo cuando no hay ninguna necesidad de promover la gobernabilidad en el legislativo, ya que el ejecutivo se elige de forma independiente. Por ello, hay un bipartidismo elevado en la Asamblea Nacional francesa. El Partido Socialista ha quedado a las puertas de la mayoría absoluta, lo cual presenta el riesgo de que interpreten que tienen un cheque en blanco para hacer lo que quieran durante toda la legislatura. La parte buena de la segunda vuelta es que el partido Frente Nacional, de extrema derecha, ha quedado prácticamente aniquilado con respecto a la primera ronda.
En Grecia, es significativo que el sistema electoral presenta defectos similares al nuestro pero exacerbados, con una prima al ganador de 50 escaños, que significa que una diferencia de un voto puede suponer un 16% de los escaños, ademas de que el reparto sin esos 50 escaños ya favorece a los más fuertes. Se denomina "proporcionalidad reforzada" y este eufemismo es el resultado de 5 reformas electorales desde 1974, muchas de las cuales (todas las que han sido iniciativa del partido Nueva Democracia) han ido encaminadas a recortar la igualdad de acceso y la proporcionalidad, y las propuestas del PASOK se han limitado cada vez más a aceptar esa realidad injusta y modificar lo mínimo para favorecerse electoralmente a si mismos. En las elecciones actuales, con un 37.5% de abstencion, un partido (ND), sin llegar al 30% del voto válido, obtiene un 43% de los escaños. Esto es resultado, no sólo de esa prima de 50 escaños, sino de un sistema de circunscripciones de tamaños poblacionales muy diferentes (según distritos se eligen entre 1 y 42 escaños), de un sistema que favorece a los más grandes en la asignación de escaños y que fomenta el voto útil, y probablemente, de una ausencia de control. No queremos decir con esto que el ganador debiera haber sido Syriza. En un escenario de voto más libre y representativo, los resultados serían imprevisibles.
En Egipto, es positivo de por sí que se produzcan elecciones, pero es lamentable el que esto se haya producido en ausencia de alternativas absoluta. Cuatro de los candidatos fueron prohibidos por la Junta Electoral. Ignoramos las razones y la información que nos llega es sesgada con lo que no podemos saber si se debe a evitar acumulación de poder en una misma persona o simplemente a represión de grupos opositores. En la segunda vuelta, los votantes se han visto obligados a elegir entre el ejército y el poder religioso. Todo esto ha llevado a la mayor parte de la población a la abstencion (52-54%) y a una victoria por un estrecho margen del candidato islamista frente al militar.
En todas partes es necesario mejorar las condiciones democráticas, los problemas son distintos y las soluciones tienen que ser distintas, y todas nos afectan.
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